miércoles, 22 de junio de 2011

Tips para comunicar mejor




Intenta siempre hablar por vos mismo, desde vos

Usa mensajes en primera persona: “(yo) me siento herido”, “me siento confundido”, “me pregunto si estarás enojado…”, “yo creo que esto es así”.

Ejercita el empleo de acciones “basta” o STOP: cuando te das cuenta que algo está yendo mal en la conversación PARA. Y comienza a hablar sobre eso que está pasando.

Habla de tus sentimientos: “me estoy sintiendo abrumado…, “me estoy sintiendo confundido, “me estoy sintiendo herido…”, “me siento paralizado”

Solicita FEEDBACK: preguntando cómo el otro está entendiendo lo que vos querés decir. Asegurándote que el otro está recibiendo lo que estás queriendo decir.

Responde con FEEDBACK: decile al otro cómo estás entendiendo su mensaje. No esperes a que te lo pregunte.

Escucha el mensaje verbal y registra el mensaje gestual del otro. No te quedes sólo en las palabras, éstas son una parte de la comunicación

Valida el mensaje del otro: tratar de entender el punto de vista del otro, esto se logra poniéndote en sus zapatos

Propone preguntas abiertas

Evita generar posiciones defensivas en el otro

Emplea una agenda constructiva y acotada proponiendo una lista de prioridades a tratar: una cosa por vez.

Nunca asumas que tu pareja te adivina… Expersate con tus propias palabras

Genera buen clima

Corta el mal clima

Genera buen estado de ánimo en el otro. No estimules estados de ánimo displacenteros en el otro. Genera lo que al otro le da placer, lo gratifica, le hace bien.

Sé honesto y sincero con tu ser. Enfrentate a lo que te pasa, a cómo te pasan las cosas, a qué necesitas, a qué deseas, de qué cosas tenés ganas, de qué cosas no. 

Responsabilizate de tus puntos de vista, tus criterios, como vos crees que son las cosas.

Algunos pasos para el cambio

Hay que dejar de ser el que uno no es

 

para ser el que uno es



Fritz Perls


Algunos pasos para el cambio:
Muchas veces se escucha en el consultorio comentarios como estos:. “…no sé si voy a poder cambiar...” o “cómo voy a hacer para cambiar...” Por ellos es que surgió la necesidad de escribir este artículo, que de una manera sencilla y coloquial explica algunos de los pasos, de los momentos que se enfrentan en el proceso de cambiar:

  • El cambio da miedo, por la incertidumbre que produce lo desconocido. Lo conocido da seguridades: lo seguro de lo conocido, que no es poco. Este miedo no es patrimonio individual, dichos populares expresan: “más vale malo por conocido que bueno por conocer”, “más vale pájaro en mano que cien volando”. Pero quedarse con lo conocido hace perder mucho. Hipoteca la vida, si no es más bien una muerte en vida. Arriesgarse a cambiar, a transitar hacia lo desconocido implica costos: “el que quiere celeste que le cueste.

  • El proceso del cambio es similar a aprender a andar en bicicleta: antes de empezar uno tiene dudas, no sabe que va a poder hacerlo, ni cómo lo va a lograr. Se enfrenta al desafío de lograrlo, se equivoca, sea cae, y, sin saber cómo, aprende para siempre a andar...1

  • Se comienza el proceso terapéutico con aspectos similares a los de una moneda, que presenta dos caras: hay un aspecto que quiere cambiar y otro que no, por supuesto que es éste último el que genera los “boicots” al cambio.
 
  • En el consultorio se observa reiteradamente cómo la maleta de viaje de expectativas, esperas, deseos, necesidades de los padres abren prospectivamente caminos de vida invisibles. Cuando esas expectativas, esperas, deseos, necesidades paternas no son constructivas propulsan a caminos de vida coartados, oscuros, cerrados, detenidos en el único movimiento de más de lo mismo. Revisar esas expectativas, esperas, deseos, necesidades paternas permite reconocer ciertos por qué del aquí y ahora, para modificar y enfrentarse a las reales expectativas, esperas, deseos, necesidades propias.
     
  • Suele producirse primero el reconocimiento intelectual de aquello que se desea modificar. Luego dicha intelectualización o racionalización empieza a “vivenciarse internamente” como necesidad afectiva de cambiar eso que se pensó, comienza a hacerse más visceralmente profunda, emocionalmente propia, para luego pasar a la transformación conductual. Posteriormente en hechos concretos surge, se actúa, se concreta lo que originariamente se racionalizó.
     
  • En todo proceso de cambio hay altibajos, similares al ascenso a una montaña: para seguir, se baja, pero nunca tanto como al inicio. La diferencia es que nunca se llega a una cima, a un final, se trata de un continuo andar... 2
     
  • Es natural volver a “repetirse a uno mismo”, encontrarse haciendo de nuevo lo mismo ante situaciones nuevas, se saca del “arcón” propio las formas por las que se aprendió a hacer las cosas, a enfrentarlas, a resolverlas. Para ello es necesario conocer estas características para rectificar. Y avanzar así en el encuentro del propio actuar, consonante con el deseo de uno, no con el deseo de otro.
     
  • Uno nace, se hace, y se modifica. Uno nace con determinadas características personales, otras se van haciendo, adquiriendo y modelando a lo largo del proceso de crecimiento. Algunas características se modelan de acuerdo a deseos, esperas, expectativas, necesidades, mandatos de personas significativas, que determinan con su impronta. Estos pueden entrar en conflicto con las características más propias cuando hay mucha discrepancia entre lo de uno y lo de ese otro. Este proceso puede ser muy complejo. En las familias altamente patológicas se produce un desdibujamiento nocivo -cuantitativa y cualitativamente- de ese que verdaderamente se es. El proceso del cambio conlleva el conocimiento y reconocimiento de cuáles son las verdaderas características propias, y cuáles son las que se terminó aceptando, imitando, asimilando, incorporando identificatoriamente. El encuentro con el sí mismo se da en el interjuego de ambos descubrimientos, hasta llegar a niveles de mayor coherencia intelectual-afectivo-conductual con lo que uno es, con quien uno es.
     
  • Cambiar implica necesariamente reconocer “lugares”, roles, formas de ser querido, formas de reaccionar, estilos de resolver problemas, de satisfacer deseos propios que se ha ido ocupando, resultado en parte de la vulnerabilidad del niño a necesariamente tener que tomar lo que “ofrecen” sus mayores. Es necesario conocer esas formas, lugares, roles que uno ocupó y que se repiten, para poder transformar.
     
  • Es recurrentemente observable en la práctica clínica que la cara de la moneda del no cambio es tributaria de identificaciones con modelos de hacer, de vivir paternos. Esta cara de la moneda -con el modelado particular que le imprime cada uno- tiene también el sello de lo que se repite familiarmente, incluso en varias generaciones, de la cultura e idiosincrasia familiar, de estilos de vida y modos de hacer, de formas de reaccionar y afrontar, de capacidades de lucha y actitudes para la defensa propia, de formas de propiciar el autocuidado y cuidado del otro, y mucho más... Y ahí se está, en las puertas de elegir o no el estilo de vida personal...
     
  • Cambiar implica riegos: los de enfrentarse con las cosas desconocidas, incluso oscuras de uno: ambiguas, inciertas, ambivalentes, contradictorias, complejas. Y los del cambio que uno empieza a generar alrededor. En ese proceso se pueden perder, se suelen perder relaciones. Pero se abren las puertas hacia otras.......
     
  • El cambio produce cierto efecto dominó. Se van cambiando ciertas características y se producen modificaciones internas nuevas, y alrededor.
     
  • Se produce de repente como en saltos. Se anda se anda se anda, pareciendo a veces que no se anduviera. Hasta que, sin que uno lo sepa -como en la bicicleta- transformó muchas cosas...
     
  • Se pueden producir “latencias”, como las del “desensillar hasta que aclare”, es que “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, y el andar tiene sus ritmos y procesos internos.
     
  • El terapeuta -en este proceso- es como un remero que te ayuda a que lleves tu barco a tu propia orilla, cuando hay momentos en los que no sabés cómo hacer. Es como una llave que buscaste para que actives internamente, para que te abras y abras las puertas de lo que sos, de quien sos y de lo que querés ser y hacer. 
  • Porque a veces no se sabe cómo hacerlo, ni que se puede hacerlo...

Lic. Fabiana Porracin
Psicóloga (UBA) – Antropóloga (UBA)


1 Esta analogía fue tomada de la Lic. en Psicología Adriana Fermani, quien además se desempeña como Alfabetizadora de la Ciudad de Buenos Aires y emplea la metáfora para hablar del proceso de alfabetización.

2 Estos conceptos han sido tomados de Chiarelli, M.: ateneos de formación clínica de Psicología Integradora: http://www.es-asi.com.ar/portada.htm

miércoles, 18 de mayo de 2011

15 claves para mejorar la comunicación

Aquí comparto 15 cosas que debes evitar hacer, si quieres mejorar tu comunicación con los otros:

1. No empieces ni sostengas un diálogo sin estar en contacto con vos mismo, (sin registrarte, tus sensaciones, lo que te pasa).

2. No te desentiendas de lo que verdaderamente pensás sobre algo.

3. No te niegues a entrar en contacto con las cosas que le pasan al otro, que pueden ser muy distintas a las que te pasan a vos.

4. No estás realmente escuchando al otro si no tenés registro también de sus sentimientos.

5. No descalifiques lo que le pasa al otro: se hace esto cuando te rehusás a aceptar lo que te transite de su propia experiencia

6. Si es pertinente, evita el "si, pero" como forma de responder cada vez que el otro hace una afirmación, o tiene una sugerencia.

7. Fijate también de no realizar el "cruce de quejas", cuando ante una queja respondés con otra queja, se genera una tensión innecesaria.

8. Sobre llovido mojado: cuando te sentás a hablar de algo, focalizate en eso, no en dispersar una cuestión con otro y otro y otro tema.

9. Evita interrumpir: lo hacés cuando no dejás terminar de hablar al otro e interferís la comunicación con tu propio punto de vista.

10. Evita el punto muerto: sensación de tener la razón, y que si el otro ve las cosas desde tu punto de vista todo sería resuelto y estaría bien.

11. Evita el uso de silencios demoledores para expresar enojo a tu pareja o a alguien querido.

12. No predisponerte a hablar de lo que pasa.

13. Intensificación de agresión o contraataque: cuando ves que algo anda mal y respondés con la misma moneda.

14. Nunca decir basta cuando hay discusiones por malentendidos, malas interpretaciones, y la cosa se está yendo de las manos.

15. Culpar al otro por tus sentimientos: cuando le decís “me hacés enojar”, en cambio de hacerte cargo “me siento enojado”.

lunes, 18 de abril de 2011

Infidelidad: Mujeres con menos culpa y más dispuestas a probar

Se ha producido un giro copernicano en relación al rol de la mujer y este cambio ha repercutido en todos los ámbitos de su vida, incluida la sexual y vincular. Esto no necesariamente implica que pueda hablarse de cambio de paradigma en relación a la infidelidad femenina. Se han flexibilizado las lentes con las que cierto sector socio-cultural evalúa a la conducta infiel por parte de la mujer, desestigmatizándola.

Hay cambios de mentalidad en sentido amplio que están desmantelando muchos de los pilares simbólicos de nuestra cultura, los que por ejemplo desembocaron el año pasado en la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario. Son esas profundas transformaciones socio-culturales las que están erosionando ciertos imaginarios –entre otros- los cimientos del sometimiento de la mujer. El cambio de mentalidad se da en paralelo al cambio de rol que la mujer está protagonizando desde las últimas décadas, saliendo del mundo privado, al espacio de lo público, de la postergación, a la igualdad.

Claramente la mujer está ocupando lugares que eran antes exclusividad de los hombres, en nuestro país contamos con destacables ejemplos que van desde la Dra. Cristina Fernández de Kirchner, quien es la primera mujer en ejercer el cargo de la Presidencia, pasando por Ministerios, como el recientemente creado de Seguridad, el de Desarrollo Social, hasta la Universidad de Córdoba, que luego de 400 años cuenta con una Decana mujer, siendo estos otros de los cambios paradigmáticos que ejemplifican lo expuesto con anterioridad.

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